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Así era la vida de lujos de la “Barbie”: entre ranchos con zoológico y fiestas exclusivas


Los operadores de Edgar Valdez Villarreal como de Arturo Beltrán Leyva se paseaban impunes y convivían en los antros de moda de Acapulco.

Édgar Valdez Villarreal, la Barbie, actualmente paga 49 años por narcotráfico en Estados Unidos, pero durante una década pasó de distribuidor local a gran lugarteniente de los cárteles más poderosos en México. Así fue como vivió entre masacres, guerras encarnizadas, fiestas y lujos del narco.

En sus inicios, Valdez Villarreal era conocido como Mike o Juedo, en aquel entonces vendía marihuana en Laredo, Texas, su ciudad natal. En el año 2000, a sus 27 de edad, se extendió para distribuir cocaína en Nueva Orleans y Memphis. Al año siguiente estableció vínculos en Tennessee y Mississippi, a donde enviaba cocaína a través de cargamentos de 20 kilogramos cada tres o cuatro semanas, de acuerdo con el expediente judicial en México.

Sus operaciones incrementaron a 60, 80, 150 y hasta 180 kilogramos por envío. Comenzaba a despuntar en el mundo del narcotráfico, pues obtenía la droga al otro lado del Río Bravo, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.

Pero entre 2002 y 2003, el Cártel del Golfo y su brazo armado, los Zetas, fueron una creciente preocupación para la seguridad de Valdez Villarreal y su negocio en el corredor Laredo. Entró en conflicto con el grupo que controlaba la plaza y escapó a Monterrey junto con sus subordinados.

La disputa arreciaba en la llamada frontera chica. En ese periodo, la suerte de Édgar Valdez Villarreal cambió cuando conoció a Arturo Beltrán Leyva en una reunión en la Ciudad de México. Beltrán Leyva, conocido como el Barbas y/o Botas blancas, lideraba a sus tres hermanos en la asociación con Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, del Cártel de Sinaloa.


Tras la caída de Arturo Beltrán Leyva en 2009 quedó al frente de la facción, pero buscó independizarse y tenía a su mando a diferentes células (Foto: Especial)

La Barbie sabía que Arturo Beltrán Leyva era un capo de alto rango y en un esfuerzo por congraciarse con él, le regaló dos caballos de carreras y envió un entrenador para los ejemplares al rancho del sinaloense. El texano buscaba beneficiarse de aquella relación y lo logró, pues el Barbas aceptó gustoso los obsequios e invitó a Valdez Villarreal para hacer negocios juntos.

Ambos se volvieron muy cercanos, mantuvieron diversas reuniones en la capital del país, Acapulco, Guerrero, y en el rancho del Barbas, en Ixtapan de la Sal, Estado de México.

A principios de 2003, la Barbie llegó a un acuerdo con Osiel Cárdenas Guillén, máximo jefe del Cártel del Golfo. Valdez Villarreal seguiría usando el corredor Laredo para su importación de drogas a cambio de pagar un impuesto. Pero ese año, Cárdenas Guillén fue detenido y el pacto llegó a su fin. Por recomendación de Arturo Beltrán Leyva, la Barbie se retiró de Nuevo Laredo, pues la plaza comenzó a ser disputada por lugartenientes de los Zetas como del Cártel del Golfo.

Esos dos caballos regalados al Barbas apenas eran muestra de los lujos entre narcos. Ya más cercano a los Beltrán Leyva, Édgar Valdez Villarreal disfrutó de las extravagancias provenientes del poder criminal y las ganancias ilícitas.

Contrario a los estereotipos de capos con botas y sombreros, la Barbie vestía de traje, cual empresario. Pero también se hizo de una propiedad en Atlacholoaya, Xochitepec, Morelos. Su rancho, conocido como el Paraíso, tiene un valor comercial de 61 millones 430 mil pesos y mide 2.5 hectáreas.


En su apogeo, contaba con establos, una plaza de toros, un pequeño zoológico, un salón de eventos especiales, un lago artificial, palapas, alberca, gimnasio, baños de vapor, cocheras, bodegas, cuartos, y varias habitaciones. Entre los animales que resguardaba había tigres, cebras, venados, gorilas, cocodrilos y hasta un león.

Anteriormente el inmueble tenía un estilo rústico, cúpulas y acabado en cantera, pisos de mármol o granito y maderas finas, los cuales se desprendieron con el tiempo y fueron robados. Algunos se llevaron los aparatos eléctricos y equipos de ejercicio que había en el interior, posteriormente ladrones desmantelaron baños y habitaciones, incluso robaron el cableado eléctrico para obtener cobre. Otros arrasaron hasta con las jaulas de los animales exóticos.

El Paraíso fue asegurado en 2009 bajo la averiguación PGR/SIEDO/UEIDCS/281/2009. Quedó en extinción de dominio y pasó a las autoridades federales. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador planea rifarlo con más propiedades el próximo 15 de septiembre, aunque los pobladores quieren que se convierta en una escuela preparatoria.

De acuerdo con los reportes, Edgar Valdez Villarreal solía pasearse por Acapulco, punto de arribo de toneladas de cocaína y bodega de drogas. La ciudad costeña era una madriguera de narcos, pues los hermanos Beltrán Leyva no solo usaban el puerto turístico como sede de discotecas, table dance y masacres, ahí llegaban cargamentos de Colombia.

Desde el exclusivo fraccionamiento de Las Brisas, la Barbie salía escoltado al menos por 10 hombres fuertemente armados, envuelto en el manto de la impunidad que pagaban 500 mil pesos a funcionarios estatales y federales cada semana. En una casa de aquella zona, Arturo Beltrán Leyva y Édgar Valdez Villarreal departían con militares, policías, políticos y otros burócratas corruptos.

En los centros nocturnos de Acapulco, el socio del Barbas acudía con bellas mujeres. Mandaba a cerrar restaurantes para brindar y comer con sus colaboradores. Se notaba educado y hablaba con algunas frases en inglés.

El narco texano lo mismo asistía al Alebrije, el Palladium o al Clásico del Mar, como también ordenaba el cierre del Baby’O para una fiesta exclusiva con hijos de políticos o personalidades de la farándula. Pagaba cuentas superiores a 100 mil pesos en una noche de juerga.

Presuntamente, la Barbie exhibía sus relaciones con figuras como la ex miss universo Alicia Machado, o el cantante norteño, Ramón Ayala. Valdez Villarreal hacía que su personal vistiera de traje y corbata durante el día, pero llegada la noche, se enfundaban en ropa de moda para asistir a los clubes nocturnos de moda.

A sabiendas de que compraban protección y corrompían a las autoridades, los operadores de la Barbie como de Beltrán Leyva se paseaban en caravanas de camionetas lujosas sin mayor pudor.

El capo también dictó el guion de una historia sobre su carrera criminal: Crónicas de un narco se fija en su imperio de infamia, sus relaciones familiares y sentimentales. Su sangriento pulso con el gobierno, su reyerta con otros cárteles por el control de los territorios y su implacabilidad y sadismo.

Su rancho en Morelos sería rifado, pero pobladores quieren que se convierta en centro educativo (Foto: Especial)

Este filme se realizó en 2008 y fue rodado en locaciones públicas de Monterrey y Acapulco. Sergio Mayer, ex cantante y actual político, habría sido el productor de la obra donde aparecían Diego Dreyfus, Yeniffer Behrens, actriz de series como CSI, Desperate Housewifes, y Greys Anatomy, así como Carlos Millet, de acuerdo con informes del periodista Diego Enrique Osorno.

Carlos Montemayor González, suegro de Valdez Villarreal, fungió como mano derecha del narcotraficante texano. Este sujeto adquirió el rancho Los Tres García, en la parcela número 36, Ejido de los Remedios, en Naucalpan de Juárez. La superficie del terreno es de 21 mil 302 metros cuadrados.

Como parte de las subastas del gobierno de AMLO, fue puesto en venta con un precio de 32 millones 91 mil 533 pesos. Pero en octubre de 2019, fue donado a las autoridades de Naucalpan para que sea sede de una universidad pública para beneficiar a más de cuatro mil jóvenes.

El inmueble fue confiscado en 2011, después, Montemayor González, el Charro, quiso pelear por este sitio. Al igual que el Paraíso, la finca fue saqueada en 10 años. Durante su etapa de plenitud sirvió como palenque y rodeo, donde artistas dieron conciertos privados. Pese a ello, se distinguían algunos salones, un casino, barras de ónix, baños de mármol, caballerizas, vestidores y un túnel secreto que daba a la barranca cercana.

Como lugarteniente de los Beltrán Leyva, Valdez Villarreal dirigió las Fuerzas Armadas de Arturo, un grupo de sicarios responsables de la mayoría de los asesinatos cometidos por la organización narcotraficante. Con esa célula de sicarios coordinó la guerra contra Zetas y el Cártel del Golfo.

Valdez Villarreal fue extraditado a EEUU en 2015 (FOTO: SSSPF//CUARTOSCURO.COM)

“Fue un jugador clave en la sangrienta guerra territorial por el control de la ruta de contrabando de la Interestatal 35 hacia los Estados Unidos y, según la Administración de Control de Drogas, la persona más responsable de empujar la batalla hacia el centro y sur de México”, apunta una ficha del Departamento de Estado de EEUU.

Édgar Valdez Villarreal dejó una estela de violencia en Guerrero y Morelos. Tras la caída de Arturo Beltrán Leyva en 2009 quedó al frente de la facción, pero buscó independizarse y tenía a su mando a diferentes células.

El 30 de agosto de 2010, fue detenido en inmediaciones del Parque Nacional la Marquesa, en un paraje conocido como Cañada de Alférez, Lerma, Estado de México. La finca rústica se encuentra rodeada de bosque y está conectada por dos carreteras, una con dirección a Toluca y otra hacia Huixquilucan.

Su escondite de tres plantas fue edificado en 10 mil metros cuadrados con 475 de ellos construidos. La casa principal contaba con cantina, sala de juntas, mesa de billar y cinco caballos pura sangre en una nave adjunta.

Alrededor de 300 agentes rodearon este sitio y aunque 12 escoltas de Valdez Villarreal desataron una balacera, lograron ser sometidos. Habían culminado 14 meses de investigaciones.

En su presentación a medios, la Barbie vestía playera tipo Polo y mostraba una expresión socarrona que algunos analistas calificaron de psicópata, pero el capo confesaría después a qué mandos tenía subordinados e incluso, supuestas reuniones del entonces presidente Felipe Calderón con narcos. Tal vez por eso se burlaba del espectáculo.

La última guarida de la Barbie era una construcción lujosa, fiel a sus gustos. En ese tiempo, un terreno costaba tres millones de pesos, pero actualmente, sitios inmobiliarios cotizan áreas que van desde los cinco hasta los 30 millones de pesos.

En septiembre de 2015 fue extraditado a EEUU y para enero de 2016, Valdez Villareal se declaró culpable ante los tribunales estadounidenses por tráfico de cocaína y lavado de dinero. Recibió una pena de 49 años de cárcel en junio de 2018.