Bajo riesgo personal penitenciario del Cefereso 17 de Michoacán: Asi vive Zeta40 Miguel Ángel Treviño dentro del Penal
Trabajadores penitenciarios adscritos al penal federal de Buenavista Tomatlán, en Michoacán, se encuentran inconformes por las condiciones laborales y de riesgo a las que están expuestos en un centro penitenciario que alberga a reclusos de alta peligrosidad siendo una prisión de mediana seguridad y en cuyo interior tienen que vivir porque no cuentan con viáticos ni apoyo para rentar una casa.
Decenas de empleados del Centro Federal de Readaptación Social (CEFERESO) número 17 CPS Michoacán, en su mayoría de origen jalisciense, quienes fueron readscritos a ese penal tras el cierre del CEFERESO 2 de El Salto, Jalisco, en octubre de 2020, se quejan del cambio de régimen laboral de 15 días de trabajo por 6 de descanso (15 x 6), a uno de 5 x 2, y una sola vez al mes de 10 x 4, lo que no les da tiempo de viajar a sus ciudades de origen, principalmente Guadalajara.
“La separación y la lejanía del núcleo familiar son difíciles de sobrellevar, sobre todo porque la mayoría de los trabajadores somos de Jalisco, pero también hay de otros estados como Tamaulipas o de México, que fueron los primeros que llegaron. No nos dan viáticos y cada descanso andamos gastando más de 2 mil pesos en ir y regresar de ver a nuestros hijos”, señaló Manuel, uno de los empleados.
El primero de julio se cumplió un año del primer traslado de 100 servidores públicos jaliscienses que laboraban en el penal de Puente Grande hacia Buenavista Tomatlán, acompañando el traslado de 384 reos de alta peligrosidad. Después el 28 de septiembre, tras el cierre de la prisión federal de Jalisco, otros 200 trabajadores penitenciarios, entre custodios, criminólogos, pedagogos, psicólogos y demás personal fueron readscritos a Michoacán. En el CEFERESO 2 aún quedan unos 160 empleados en las instalaciones desocupadas realizando actividades administrativas.
Enrique, otro de los afectados refiere “estamos hablando de más de 300 jaliscienses, padres y madres de familia que tuvieron que mudarse a otra entidad, alejados de sus hijos y de su hogar, y como no hay apoyo económico más allá del sueldo, tenemos que vivir y comer dentro del penal como las mismas personas privadas de libertad. El alimento nos lo cobran caro y nos lo sirven en cantidad raquítica y de mala calidad”.
Zona peligrosa
A los servidores públicos que concluyen sus labores les dejan salir de las instalaciones a llamar por sus teléfonos móviles hasta donde encuentren señal en la carretera o comprar algo a los tendejones de los alrededores, pero después de las seis de la tarde. Para su desgracia, el sitio donde se encuentra el CEFERESO 17 está enclavado en una región altamente criminógena, en Tierra Caliente, donde existe la disputa de los Cárteles Unidos -Los Viagra, Caballeros Templarios, la Familia Michoacana, Autodefensas- contra el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), situación que palparon de inmediato por sus propios sentidos.
El personal penitenciario es interceptado en la carretera por sujetos armados que circulan en camionetas o motocicletas para obligarles a identificarse. Por ello, cada trabajador, sea administrativo, técnico u operativo, siempre sale uniformado para evitar confusiones por ser originarios de Jalisco. Pese a las precauciones del caso, advierten que varios de sus compañeros han sido agredidos, sin que las autoridades del centro ni de seguridad pública tomen cartas en el asunto.
El 13 de diciembre de 2020, Cuauhtémoc Marentes, custodio de seguridad interna, quien rentaba una vivienda en Buenavista fue encontrado sin vida con un disparo en la cabeza y un arma tirada, en un aparente, pero dudoso suicidio. El 27 de febrero de 2021, la comandante Rachel García, que acudió a un banco a Apatzingán, fue asesinada a balazos. Y el jueves santo, aprovechando su descanso, tres profesores adscritos al penal se fueron de paseo rumbo a Pueblo Viejo. En el camino, un dron les disparó, lesionando a dos de ellos: Luis y Alfredo.
Los servidores públicos jaliscienses, que son mayoría, pese a que varias mujeres han tenido que renunciar para volver al cuidado de los hijos, también temen por su seguridad dentro del penal federal donde trabajan y pernoctan, pues han visto como internos como el presunto narcotraficante y ex líder de la organización criminal Los Zetas, Miguel Ángel Treviño Morales, “El Z-40”, cuenta con privilegios en el dormitorio “Eco” y se ha convertido en benefactor del penal federal.
Con Julio César Pérez Ramírez como director del CEFERESO 17, “El Z-40” donó 30 bocinas para que ambienten musicalmente todos los dormitorios. Y en dos meses que tiene el nuevo director, Jorge Isaac Neri García, éste le ha aceptado al interno tamaulipeco la donación de balones con precio de 2 mil 800 pesos cada uno, juegos de ajedrez y dominó que cuestan unos mil pesos cada uno. A este director, Jorge Isaac Neri le señalan de tener en su oficina una víbora que fue cazada alrededor del penal, la cual alimenta con ardillas vivas que le consigue el personal de la empresa concesionaria de los alimentos.
Desventaja con reos
María, quien labora en Áreas Técnicas del reclusorio federal, explicó que el personal penitenciario se encuentra en similitud de cautiverio al de los internos, pero con desventajas, en atención médica y la alimentación, ya que aunque deficiente, los servicios de salud son para las personas privadas de libertad, mientras que los trabajadores tienen que acudir a instancia médicas de acuerdo a su seguridad social. En cuanto a la comida, a los internos les dan siete tortillas y al personal cinco, además de que todos los días les dan huevo y frijoles, pero sobre todo embutidos en múltiples presentaciones.
“Ya son varias las vacunaciones contra COVID-19 que se presentan aquí en el penal para los internos, la última de ellas el 1 de julio, pero a nosotros del personal nada. Tendríamos que ir a vacunarnos en nuestros dos o cuatro días francos. Dice el director Neri García que si hacemos cita y nos vamos en nuestro día laboral le tenemos que reponer todo el turno en otra fecha. Me parece una injusticia. Con nosotros pareciera que no existe la pandemia”, dijo María.
Aunque buena parte del personal del CEFERESO 2 de Jalisco fue transferido al 17 de Michoacán “falta gente y con el pretexto de que tenemos que funcionar como en los esquemas de prisiones de Estados Unidos nos ponen a rotar puestos que nada tienen que ver con nuestra profesión, conocimientos o capacidades”, comentó quien se auto-llamó Agustín. En efecto, coincidieron otros trabajadores penitenciarios que eso impide que se desarrollen programas y actividades hacia la población de reclusos “que están sin hacer nada y sin cumplirse con el principio de la reinserción social”.
Patricia apuntó que “hay poco personal del Área Jurídica y ahí la cosa es muy grave, porque se retrasa la situación legal de las personas privadas de la libertad y eso ocasiona que estén intranquilos. En menos de dos meses que está este señor Isaac Neri ya van cuatro “códigos naranja”, o sea riñas. La última fue hace unos días en el dormitorio “Coca” entre los jóvenes pandilleros que fueron trasladados por el cierre del CEFERESO 9 de Ciudad Juárez. Y en esas peleas nos agarran en medio a nosotros. Ese día había un maestro de deportes y otro de música y ya les andaba. Por eso pedimos atención urgente a todas nuestras demandas”.
Los inconformes, que han llegado a pensar en hacer paro de labores, pero al mismo tiempo se abstienen pensando en la atención de los internos, refieren que esa precariedad y abandono en que se tiene al personal, se traduce también en malas condiciones de internamiento y servicio para los reclusos, quienes hasta cierto punto son solidarios con ellos, pues son los que les han hecho ver la explotación y violaciones a los derechos humanos que sufren por parte de sus superiores. “Ustedes están igual de presos con nosotros, solo que ustedes salen periódicamente a la calle”, aseguran que es lo que les dicen los presos.